DEBES MORIR PARA VIVIR
- Roy Villalobos

- 15 nov
- 2 Min. de lectura
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” — Gálatas 2:20
Para ir con Cristo, debes morir.
No hay atajos, no hay excepciones, no hay rutas alternativas.
No es una metáfora poética. Es la realidad del Evangelio.
El viejo tú —ese que se alimenta de orgullo, de placer, de control y de vanidad— debe ser crucificado.
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” — Juan 12:24
La muerte espiritual no es opcional; es el requisito indispensable del discipulado.
Jesús no te invita a reformarte, te invita a rendirte completamente.
Él no vino a mejorar tu vieja vida, sino a enterrarla y darte una nueva.
“El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” — Mateo 10:38
Y eso duele.
Porque morir a ti mismo significa soltar el control, abandonar tus ídolos, tus planes y tus seguridades.
Significa decirle a Dios: “Haz en mí lo que quieras, aunque me duela.”
Pablo lo entendió bien:
“He sido crucificado con Cristo.”
Eso no es poesía.
Es un hecho espiritual: la vieja naturaleza queda colgada en la cruz, y la nueva vida surge del sepulcro.
Cuando vienes a Cristo, Él no negocia con tu carne. No la entrena, no la mejora, no la adorna. La crucifica.
Y solo entonces, Su Espíritu puede vivir y gobernar en ti.
“Sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido.” — Romanos 6:6
Muchos quieren la corona, pero no la cruz.
Queremos resurrección sin muerte, victoria sin entrega, bendición sin obediencia.
Pero en el Reino de Dios, la vida nueva solo nace en el sepulcro del viejo yo.
Hoy Cristo te pregunta:
“¿Estás dispuesto a morir para que Yo viva en ti?”
Muere a tu orgullo.
Muere a tu pecado oculto.
Muere a la necesidad de aprobación.
Muere al pasado que te persigue.
Porque solo cuando mueres, puedes vivir de verdad.
“El que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” — Mateo 16:25
Señor Jesús, enséñame a morir a mí mismo.
Clava en la cruz mi orgullo, mi autosuficiencia, mis ídolos y mis miedos.
No quiero seguirte a medias, quiero rendirme por completo.
Vive en mí, reina en mí, consume en mí todo lo que no proviene de Ti.
Hazme morir, para que Tu vida resplandezca.
Amén.


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