MI DIOS SUPLIRÁ
- Marco Alpízar
- hace 54 minutos
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Pablo escribe a los filipenses estas palabras llenas de confianza y gratitud: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Esta declaración nace en el contexto de una iglesia que había sido generosa con Pablo aun en medio de sus propias limitaciones. Ellos habían dado de lo que tenían para sostener la obra del evangelio, y Pablo responde asegurándoles que Dios mismo se encargaría de suplir sus necesidades.
Pero este versículo no habla solo de lo material, aunque sin duda incluye el sustento diario, sino que abarca toda área de la vida. Cuando Pablo dice “todo lo que os falta”, nos recuerda que Dios conoce cada rincón de nuestro corazón y cada necesidad que tenemos: fortaleza cuando nos sentimos débiles, paz en medio de la ansiedad, sabiduría para las decisiones difíciles, esperanza cuando parece que todo está en contra. La provisión de Dios es integral, porque Él no solo llena nuestra mesa, sino también nuestro espíritu y nuestra mente.
Lo más hermoso de esta promesa es que no depende de nosotros mismos ni de nuestras fuerzas, de nuestra capacidad de producir o de lo que podamos lograr con nuestras manos. Se fundamenta en “sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Eso significa que la fuente de provisión es inagotable, porque se encuentra en Dios mismo. Nada en este mundo puede agotar la gracia, el poder y la bondad del Señor. Y lo que Él nos da no es por mérito nuestro, sino por la obra perfecta de Cristo, en quien tenemos acceso a todas las riquezas de la gloria de Dios.
Cuando enfrentamos tiempos de incertidumbre o escasez, esta palabra nos invita a descansar en la fidelidad de nuestro Padre. Él abre caminos donde no los hay, levanta a personas para extendernos la mano, renueva nuestras fuerzas cuando pensamos que no podemos más y nos muestra que no estamos solos. Tal vez la provisión no siempre llega en la forma que imaginamos, pero siempre llega de la manera que más necesitamos.
Hoy podemos leer este versículo como una carta personal de Dios para nosotros. Él conoce lo que nos falta, lo que nos preocupa, lo que guardamos en silencio, y promete suplirlo conforme a su riqueza, no conforme a nuestra capacidad. Por eso, en lugar de vivir con preocupación y ansiedad, podemos vivir con confianza. En lugar de aferrarnos al miedo, podemos descansar en la certeza de que el Dios que nos ama nunca dejará de cuidar de nosotros y proveerá para todo lo que necesitemos.