UN DESIERTO CON PROPÓSITO
- Marco Alpízar

- 26 sept
- 2 Min. de lectura
En la Biblia, el desierto no es solo un lugar de soledad y prueba, también es un espacio preparado para tener un encuentro con Dios. Cuando el Señor le dijo a Faraón: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto” (Éxodo 7:16), no estaba simplemente pidiendo libertad de la esclavitud, estaba mostrando que el propósito de esa liberación era que el pueblo pudiera tener comunión con Él, adorarle y reconocerlo como el verdadero Dios. Al final, el desierto se convirtió en el escenario donde Israel conoció la provisión del maná, la nube y la columna de fuego, y donde aprendieron a depender únicamente de su Señor.
El libro de Oseas 2:14 también nos revela otra ejemplo de este propósito, aunque Israel había sido infiel, el Señor dijo: “Llevaré a Israel al desierto y hablaré a su corazón”. El desierto, en este pasaje, no es castigo, sino oportunidad para reencontrarse con el amor de Dios.
Quizás a usted le ha pasado igual que a mí, que cuando estamos atravesando un desierto, es cuando más buscamos de Dios a través de la oración y su palabra y él no guarda silencio sino que nos habla y nos enseña cosas en ese desierto; ese es el propósito; acallar las demás voces y que solo quede la voz del Señor que nos recuerda quiénes somos y cuánto nos ama.
Así, los desiertos en la vida cristiana no son pérdidas de tiempo, sino escuelas de fe. Ahí Dios nos enseña a servirle de manera pura, sin distracciones, y también a reenamorarnos de Él. Lo que parece vacío es, en realidad, un terreno fértil donde el corazón se vuelve sensible y la relación con el Padre se profundiza.
Quizá hoy usted se encuentra en un desierto. No lo vea como una prueba o como un abandono, sino como invitación. Dios no le llevó ahí para castigarle, sino para hablarle, para mostrarle su provisión y para hacerle depender más de Él. Recuerde: los desiertos no son el final, son el lugar donde Dios prepara su corazón para volver a Él.
Y su promesa es segura: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz… Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad” (Isaías 43:19).


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