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Vivir bajo la Luz de Cristo sin temor al mundo

Actualizado: 8 sept

El mundo actual está cubierto por un manto de oscuridad. Las mentiras de los gobiernos, la descarada adoración a Satanás en la cultura popular y las aberraciones que cada día se normalizan nos muestran que la humanidad camina hacia un colapso moral y espiritual. Dondequiera que miramos, la decadencia se hace evidente, y muchos corazones sienten el peso de ser prisioneros de un sistema que solo ofrece engaños y vacío.


Pero Cristo es diferente. En Él no hay mentira, no hay oscuridad, no hay temor. En su presencia encontramos libertad para amarle, para caminar en verdad, para vivir sin cadenas del “qué dirán” ni miedo a los hombres.


 Isaías lo declara con claridad:

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado...” (Isaías 61:1-3).


Ese es el corazón de Cristo: traer libertad, verdad y gozo eterno.


Un llamado personal


  • Si has recibido el deseo de ser libre, si sientes hambre de ver más allá de la oscuridad de este mundo, si tu orgullo pesa más de lo que puedes soportar… entonces debes ir a los pies de Cristo. Ahí es donde debes ir.


  • El Señor quiere tu corazón, quiere libertarte y que le ames libremente, sin temor al mundo.


  • Pero si aún no has sentido esa necesidad, si crees que puedes soportar un poco más, y todavía no deseas entregar tu corazón al Señor, recuerda: el día de salvación está cerca, y la puerta de gracia sigue abierta. Este es tu momento.


Caminar en la Luz


El Espíritu Santo es quien nos convence de pecado, nos guía a toda verdad y nos muestra la voluntad del Padre. Sin Él, no podemos dar luz. Pero cuando vivimos en Cristo, su luz brilla en nosotros para que otros puedan verle y acercarse a Él.


Sí, la oscuridad se cierne sobre la tierra, pero no olvidemos:

Cristo ha vencido al mundo. Él es la Luz, y en Él no hay tinieblas.


Caminemos sin miedo, amándole con libertad y reflejando su luz en medio de un mundo que agoniza en mentiras. Somos llamados a ser lámparas que brillan en medio de la noche, para que otros puedan encontrar el camino hacia la verdad eterna.

 
 
 

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